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MUCHO DADÁ

Circo de Pulgas

Mis palabras son ciertas

Todos los perros viejos han venido esta noche a ladrar aforismos a mi ventana. porque, poco a poco, empiezan, de nuevo, a surgir de mi las ganas de tener un jardín de rosas sin cabeza. Solo espinas.
Salgo a la calle y antes de la primera esquina noto que las tierra se desliza bajo mis pies cuando camino, como un cinta andadora. Y todos los semáforos se ponen en verde a mi camino, para no hacerme perder un segundo. Pero no, me detengo, algo va mal, conjuran para facilitarme el camino hacia la muerte.

No más engaños. Solo mis palabras son ciertas

Ayer, hoy, ahora, al gato no le importan

Ayer, al llegar a casa por al noche, lo escuché. Desesperado. Al principio pensé que era un bebé llorando. Luego reconocí en esos gritos a un gato que sufría. Me asomé al balcón. Miento, primero busqué a mi gato por toda la casa temeroso de que se hubiera caído por la ventana y esos maullidos fueran de él, que me llamaba, destripado, desde la calle. Cuando comprobé que dormía placidamente en el sofá, como ya he dicho, me asomé al balcón. La calle desierta, ni un alma, esa calle de Madrid en agosto a las tres de la madrugada, como detenida en el tiempo y que siempre, extrañamente, me recuerda a calles que nunca he visto de un pequeño pueblo de Castilla, un pueblo en el únicamente suenan los grillos haciendo el amor frenéticamente, un pueblo que sufre gigantismo y que sin querer, por una enfermedad se ha convertido en lo que es hoy Madrid. El gato maullando, en la calle, en algún sitio que no podía ver pero que sonaba en todos a la vez, como si fueran las bocas de los balcones las que gritaran. Para dormir he tenido que cerrar, a pesar del calor, la ventanas para no pensar, más de lo que ya comúnmente hago, en la muerte.

Hoy por la mañana, al salir de casa en dirección a ningún sitio en concreto, quizás esperando encontrar algo que aun no sabía pero que me atraía, como hace todo el mundo los días, como hoy, de fiesta, he visto a un montón de gente al rededor de un coche con el capot levantado. No había, como podréis suponer, dormido muy bien, en parte por el calor y en parte por los alaridos del pobre animal, o del espíritu del animal, ya que no había logrado verlo, y, en un primer momento, me pareció que el coche maullaba y que por eso la gente lo rodeaba, sorprendida. Pero no, por supuesto, el que maullaba, según pude adivinar por la información pertinente y no pedida que me dio una vecina, era un gato que se había , dios sabe cómo, metido en el motor del coche, por alguna oscura rendija, y que ahora no podía salir. Estaban intentando levantar el coche con un gato para sacar al gato, valga el chiste fácil y cruel. Varias personas estaban metiendo las manos por todas las rendijas del motor. Pero nadie conseguía sacarlo. El dueño del coche hablaba por teléfono con los bomberos y les gritaba que tenían que sacar al gato de ahí, que él no podía ni quería arrancar el motor y, seguramente, descuartizar, o achicharrar, al pobre animal. Parecía desesperado por la negativa de los bomberos a atender esa llamada de auxilio, y supongo también que por haberle dejado en sus manos esa responsabilidad que, si uno lo piensa bien, es enorme e igual de ridícula que tremendamente cruel. Gritaba que tenía que ir a trabajar y que necesitaba el coche, que si no hacían algo los iba a denunciar. Dejo de gritar cuando, según dijo, casi al borde de las lágrimas, le colgaron el teléfono. Todos los allí congregados nos indignamos, aunque nadie se atrevió a reconocer que, en el fondo, era porque desde la infancia nos habíamos hecho la idea de un bombero como un buen hombre que estaba dispuesto a subirse a una escalera para bajar a un asustado gatito de un poste eléctrico y no como un hombre que arriesga su vida por cosas más prácticas e importantes y que, a cambio, recibe un salario. Yo, como todo buen español que se precie, siempre con esa sensación que todos, sobre todo los hombres, tenemos de que “lo están haciendo mal” y de que yo, y solo yo, “tengo la solución” me acerqué al motor y metí mi brazo por una ranura para llegar a donde suponía se hallaría el gato. Toqué algo peludo, exclamé” ¡ya lo tengo!” y lo agarré y tiré fuerte hasta que un hombre que se hallaba a mi lado, ejecutando el mismo tanteo que yo, soltó un grito y me dijo enfurecido que dejara de tirarle de los pelos de la mano. Todo el mundo se rió y yo pedí disculpas, avergonzado. El humor no hace sino dar un matiz de designio, de irrevocable, a la tragedia, y, tras este error, todos aprovecharon para sacar sus manos y suspirar, con una extraña sonrisa, diciendo que no había nada que hacer. Al gato mi fallo no le hizo nada de gracia y siguió maullando, entendí que ahora me llamaba a mí. Solo a mí. Me adentré de nuevo en el mundo subterráneo donde estaba encerrado al animal, pero ahora, aprovechando que ya habían conseguido levantar un poco el coche, intentándolo desde abajo, sin importarme lo más mínimo, tirarme en el suelo y mancharme. Y desde abajo lo vi, por una rendija, pequeño, sucio, con los ojos llenos de horror, no tendría más de cuatro meses. Parecía increíble que hubiera podido meterse ahí. Intenté hallar un camino hasta él. Habría la boca, maullaba, pedía socorro, me miraba a los ojos. Por fin, finalmente lo agarré. Pero de nada servía porque, si bien mi mano a duras penas entraba, por supuesto, con el puño cerrado y con un gato agarrado, no salía. Pero tiré, tiré demasiado y el gato gritó con más dolor, aun si cabe, que antes. Y hubiera seguido tirando, desesperado, hasta matarlo, hasta romperle todos los huesos y, de paso, los de mi mano, si no hubiera recordado la trampa para monos que me había descrito mi padre alguna vez y que consistía en meter comida en un coco atado a una cuerda, de tal manera que el mono metía la mano extendida sin dificultad pero que una vez cerrada con su botín dentro no podía sacar. Los monos, antes que soltar la comida, se desesperan, luchan, llegan incluso a mutilarse, no comprendan como algo que ha entrado no puede salir. Y yo no soy un mono y el gato no era comida y el coche no era un coco. Lo solté. Lo miré, sus ojos tristes me miraron, esta vez no gritó. Salí de debajo del coche cubierto de grasa y sangrando por la mano. Dije que, en mi opinión, no había nada que hacer. El dueño del coche me miró espantado y me dio, de todas maneras, las gracias. Dijo que él no se rendía. Me fui, me pasé todo el día dando vueltas y no volví a casa hasta por la noche.

Ahora mismo mientras escribo esto, lo escucho maullar. Nadie ha podido hacer nada, yo el primero, nadie se ha atrevido matarlo, el dueño del coche supongo que ha llegado tarde, muy tarde, al trabajo. Han preferido dejar al destino seguir su camino. Nadie ha querido juzgar, seguramente por miedo a ser, a su vez, juzgados, por un dios tan cobarde como lo somos nosotros para los gatos. Dentro de uno o dos días, espero que no más, morirá de hambre y entonces podrán sacarlo de algún modo. Sus maullidos son más débiles, únicamente, de vez en cuando, parece recuperar fuerzas, que emplea, sin duda, para insultarnos.

Ni una palabra de más

Ni una palabra de más. Tengo que ahorrar esfuerzo. Espacio y tiempo. Un texto maduro que chorree jugo por la barbilla de quien lo muerda. Para que me expulsen del paraíso, de esta nube de algodón, de este vivir a medias. Para eso escribo. Para provocar a la vida, enfadarla, tratarla como se merece y, aunque no lo confiese, querría ser tratada. Que se enamore de mi y yo de ella.

Y qué pasa con los disk jockeis. Tan solos allá arriba. Viendo a las lujuriosas niñas meneando cuerpos que no saben que tienen. Siempre las mismas caras, apurando la copa y mirando, como quien no quiere la cosa, a través del vaso, como si fuera un catalejo, a ver si ven , allá a lo lejos, la tierra que les habían prometido cuando se embarcaron.

Hay momentos de verdad. De esa verdad que da miedo y que se puede untar en una rebanada de pan como si fuera mantequilla. Pero basta con mirar hacia otro lado. No os preocupéis.

Lo malo es que es fácil generalizar, meterlo todo en el mismo saco, estar tres días sin dormir y desear la muerte de cualquier persona, provocar un holocausto. Si dios fuera tan estúpido como nosotros jamás nos habría creado.

El hombre está hecho a imagen y semejanza del diablo. Esto lo leí ayer en un mal libro, antes de apagar la luz para dormir. Y me reconforta porque me confirma que hasta los tontos, a base de repetirnos, de vez en cuando, cada mil años, decimos alguna frase que justifica nuestra existencia o escribimos alguna Illiada.

El otro día no lo dejé claro, por eso lo repito, para que conste en acta cuando se acabe el mundo: sé a ciencia cierta que el infierno está en los agujeros de todos los ladrillos, de todas nuestras paredes, esas micro zonas que no existen y que son la auténtica tierra del dolor, esos minúsculos espacios que si se sumaran adquirirían la proporción del universo, o de la muerte, os lo dejo a vuestro gusto. Por eso son santas las casas con paredes de adobe o de piedra.

Soy tan sarcástico e inteligente que tengo miedo de que se me cubra el cuerpo de verrugas. Soy tan listo que merezco ser quemado en la hoguera. Soy tan esnob que solo admito morir guillotinado.Ni una palabra más. Dios salve al rey

p.d. Después de escuchar esto he llorado y aun no sé si por tanta belleza o por tanto horror. En el infierno suena esta canción, seguro. Descárgatela ya y lo comprenderás. Alessandro Moreschi, el último castrati: http://www.elzapping.com/index.php/weblog/alessandro_moreschi_el_ultimo_castrati/

Alba

Tengo sueño. Tengo tanto sueño que creo que voy a desmayarme de un momento a otro. Aunque qué más querría yo, eso significaría dormir. Dormir. No, seguramente me moriré antes que dormirme.

. Todo por una obsesión que empezó con una pregunta a la que estoy empeñado en dar respuesta, o, más bien, a la que tengo que encontrar respuesta si quiero seguir viviendo.

Todo empieza de noche, hace un mes. Solo en mi casa. Y un poema que me atrapa, que me pilla desprevenido, un puñetazo, una sobredosis.

ALBA

He abrazado el alba de verano.
Nada se movía aún en el frente de los palacios. El agua estaba muerta. Los campos de sombras no abandonaban la ruta del bosque. Caminé despertando los alientos vivos y tibios, y las pedrerías miraron, y las alas se levantaron sin ruido.
La primera empresa fue, en el sendero ya pleno de frescos y pálidos destellos, una flor que me dijo su nombre.
Reí al Wasserfall rubio que se desgreñó entre los pinos: en la cima plateada reconocí a la diosa.
Entonces levanté uno a uno los velos. En la arboleda, agitando los brazos. Por la llanura, donde la denuncié al gallo. En la gran ciudad ella huía entre campanarios y domos, y corriendo como un mendigo sobre los muelles de mármol, la perseguí.
En lo alto de la ruta, junto a un bosque de laureles, la he rodeado con sus velos encimados y he sentido un poco su inmenso cuerpo. El alba y el niño cayeron al pie del bosque.
Al despertar era mediodía.


Rimbaud

Lo leí por primera vez después de haberlo leído mil veces antes. Lo llevo leyendo desde entonces, aunque me lo sepa de memoria. Pero aquella noche solo lo pude leer una vez, eso me bastó para que después me diera miedo mi casa, para que el retrato de mi hermana que tengo colgado en la pared me siguiera con los ojos. El espacio entre los muebles, las rendijas, lo que hay debajo del sofá, dentro de los libros, esos agujeros que tienen los ladrillos de las paredes de mi casa, dios, esos agujeros, en ellos está el infierno, algo vivo que grita sin que nadie pueda salvarlo de su encierro, en mi despensa, dentro de la caja de cereales, tantos agujeros para esconderse, rincones, nunca he puesto un pie en el techo, algún obrero que esta muerto construyó esta casa donde vivo, antes de esta casa había otra, y otra, y otra, y antes un bosque o una pradera y en ella un soldado árabe duerme las siesta apoyado en una piedra. Todo eso y mucho más. Gente asomada a los balcones, durante miles de años, mirando la misma luna que yo miro y haciéndose las mismas preguntas, o susurrando los mismos malos versos. Demasiado.
Cómo dormir si no veo lo que hay en los huecos que dejan entre si las palabras.
Cómo soñar con descansar si cada vez que escucho hablar lloro de emoción ante tal milagro, ante esa fuente de energía que es el lenguaje, más potente que cualquier mísera bomba atómica. Y todas esas cosas.
Cómo hacer nada si tengo un microscopio en vez de ojos.
Cómo dormirme sin contemplar el alba, y perseguirla. Caer los dos, abrazados, al pie del bosque.

Despertar cuando sea mediodía.

Y una pregunta que no recuerdo de tantas veces pronunciada pero que todos nos hacemos.

Recordando

"Jonás:¡Si nada tiene sentido es porque no nos lo han enseñado!¡Miles de año de pensamiento racional se lo han quitado!¡Nos hemos empeñado en hacer un resumen del mundo!¡como si no pudiéramos leer la novela entera!( bebe otro trago de vino e intenta calmarse)Pero adorar un solo objeto no es la solución...no..., (ahora gesticula menos y habla pausadamente mirando el vaso mientras lo hace girar en la mano)la única solución es empezar desde cero...adorarlo todo sin medida...llenarlo otra vez de significados...inventar un microscopio...con el que podamos ver la composición simbólica de todas las cosas hasta llegar a su átomo poético...( se queda en silencio mirando el vaso, como absorto)"

"JONÁS: (Echa el último trago de vino y lo posa en la barra) ¿Escapar?¿Escapar de qué?¡Por Dios! ¿No os dais cuenta que lo único importante es el viaje en si, de que nadie nos espera porque no hay sitio donde llegar, somos argonautas viajando sin rumbo, y solo nos queda mirar por la borda y admirar el paisaje! (Otra vez se abstrae, todos callan y esperan que Miguel conteste. Pero este, en lugar de contestar, coge la botella de vino que hay encima de la barra y se la rompe a Jonás en la cabeza. Jonás cae desplomado al suelo.)
MIGUEL: ¡Este es el único poema que se puede hacer con una botella de vino! ¡Vayámonos hermanos! ¡Ya estoy harto de aguantar tonterías!"

De mi mismo,cuando era mucho más joven, cómo no

Dos cosas

Dos cosas, que estos últimos cuatro cuentos me han dejado vacio por unos días:

1) Si fuera tan inteligente como para poder comprender el Mundo, vosotros seriais demasiado estúpidos para entender mis palabras

2) Joder, me ha encantado Star Wars episodio 3. De verdad, he flipado, vaya un peliculón. He estado toda la noche soñando con ella. A veces me asusto

El retratro de "Dorian Gay"

Siempre con su sonrisita prepotente, creía tener respuestas a todas los misterios de este mundo. Hacía tiempo, siendo un adolescente, había descubierto la magia de las analogías y se había agarrado a ellas como un naufrago a un trozo de madera. Nunca llegó más allá, ese descubrimiento le bastaba. Aplicaba su fórmula a todos los aspectos de la vida, y siempre le daba buenos resultados. En su pueblo se había ganado la fama de hombre sabio. Se quedaba callado, escuchando lo que los demás decían, sonriendo levemente, rumiando la frase que deslumbraría a la concurrencia, esperando el momento en el que la conversación decayera, en el que el dialogo se topara con el existencialismo, se enredara en si mismo, quedara en punto muerto, se llenara de silencios. Entonces lo soltaba:” No es bueno jugar con fuego...sobre todo si eres un espantapájaros y tiene el corazón de hierba seca”.Sin piedad, por sorpresa, una frase que desarmaba a todo el mundo, la frase definitiva. Después seguía con su sonrisita, satisfecho de a su inteligencia, seguro de su triunfo.
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Creo que la frase que más odio, la que más detesto es esa que suelta impunemente, en cualquier momento, el que se cree inteligente. Ese “¿Y quien no está loco?”. Repulsivo.
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El problema de la humanidad es que se sigue confundiendo relativismo con inteligencia, y lo pero es que contra el relativismo solo existe la fe, y eso está muy mal visto.
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Dicho:
-¿Tú qué haces?
-Yo escribo
Pensado:
-Ah, y yo como...en serio ¿tú que haces?
-Yo escribo
-Ah, y yo como...en serio ¿tú que haces?
-Yo escribo
-Ah, y yo como...en serio ¿tú que haces?
-Yo escribo
-Ah, y yo como...en serio ¿tú que haces?
-Yo escribo
-Ah, y yo como...en serio ¿tú que haces?
-Yo escribo
Etc, etc, etc
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Lo peor de escribir, en la mayoría de los casos, es que primero hace falta vivir. Pero cuando vives, maldita la gana que tienes de ponerte a escribir...
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Escribir es al pensamiento lo que las vías al tren.
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Todos los problemas de mi vida vienes de que recuerdo mi infancia como si hubiera estado loco. Me dan pena los niños.
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Hoy he leído el mejor poema en muchos años
“Aquel retrato
reflejaba
lo peor
de Dorian:
su vejez,
su maldad,
y su gusto desmesurado
por el revival setentero”

I don´t care it´s monday...

El lunes conocí aun tipo que vomitaba en cuanto un rayo de sol le daba en la cara. El martes a otro que creía tener pistola en lugar de pene, penas en vez de vida, y echaba tristeza, cuando quería echar azúcar, al café
Incluso el miércoles, por la mañana, que salí de casa cuando no tenía que salir, a esa hora en la que nunca antes había salido, a esa hora en la que tendría que haber vuelto, vi todo lo que el amanecer me había ocultado: gente llorando por las calles, gente con pelotas de golf en lugar de ojos, estatuas de sal, hogueras en mitad de la calle con gitanos cantando sortilegios, el cielo azul como el mar chocando con grandes edificios como acantilados, pájaros histéricos, locos perdidos, insultándome, persiguiéndome, guardias de tráfico señalándome con el dedo y riéndose como quien ha perdido el miedo a la muerte o se sabe inmortal. Mujeres obscenas con bocas de labios hinchados, bocas de golfa siempre a punto de soltar un mal poema, uno de esos poemas que tendrían que adornar los escaparates de las pastelerías de barrio, expuestos junto a los más asesinos de los alimentos, los más despreciativos, los más absurdos y provocativos coños de africana hambrienta.
El jueves escuché a mi vecino hablando al revés, hablando para mí, explicándome que el orden de los factores no altera el producto porque todas las palabras se mueren al contacto con el aire.
El viernes llegué a pensar que todo esto acabaría y estuve repasando mi colección de años atravesados por un alfiler que guardo en libretas como las más exóticas de las mariposas.
El sábado creo que fui otra persona y mi novia no se dio cuenta, y mis amigos no se dieron cuanta, y mi madre no se dio cuenta, y nadie me escuchó pidiendo auxilio, desesperado, desde el fondo de mi mismo, detrás de la jaula de mis ojos y mis sonrisas.
El domingo le regalé a un vagabundo “la nausea” para que la leyera y me acosté pensando en invadir Polonia al día siguiente, imaginando un estadio de fútbol lleno de mujeres desnudas, algo orgánico.

juego cósmico

HE ESCRITO UN POEMA MALDITO LLENO DE BOSTEZOS y naranjas podridas
Poema orgulloso que se muere de hambre con tal
de no buscar trabajo
QUE ME CONDENA A ALGO EN LO QUE NO CREO
y ha engrasado la mecánica oxidada de los días que me quedan
que resulta que que demuestra que que enseña que
la adolescencia fue una mala excusa
o, al menos, una excusa demasiado común
un punto común
de sueños perdidos antes de ser tan viejo como para olvidarlos

POR FIN LLEGA EL JUEGO CÓSMICO
Y ESAS COSAS...

Muchas bellezas

Es maravilloso que ya nadie se acuerde de uno de tus autores más queridos y admirados y esté prácticamente descatalogado. En mi caso, este autor admirado y del que nadie ya casi se acuerda, es Curzio Malaparte y digo que es maravilloso porque el encontrar sus libros se convierte en algo extraordinario, además, normalmente cuando encuentras un libro suyo, como me pasó a mi hoy por la tarde en la Cuesta de Moyano, cuestan 1 o 2 euros y son primeras ediciones. Me he comprado “picotazos”, una selección de bellísimos artículos de viaje , y “la piel”, que es, junto con “Kaput”, su obra más conocida, podéis comprarla sin demasiada dificultad en cualquier librería, de la que ya tengo 4 ediciones distintas. Espero que nunca se vuelva a poner de moda, espero que el circulo de lectores no reedite toda su obra, soy así de egoísta.

Transcribo el último párrafo de “Picotazos”:

“Para la Santa Pascua del año 1955, yo deseo que todos aquellos que querrían mandarnos al infierno, suban lo más pronto posible al Paraiso”

Si mal no recuerdo Curzio murió de cáncer al año de escribir esto. Me pregunto si subió al cielo, el Paraíso es para los idiotas, o se quedó en el Infierno donde él siempre supo encontrar hasta el ultimo átomo de belleza.

De la que volvía a casa, feliz con mis libros bajo el brazo, en Atocha, me encontré con una anciana vestida de negro, sentada en una silla, en una esquina, con un cartel que decía”ayudenme, soy vieja, soy viuda y mi perro se ha comido todo lo que tengo”. Su cara, su cara, sufría, encogida, pequeña. Y no sabía ni escribir y algún hijo de puta le había tomado el pelo y algún hijo de puta le había escrito el cartel que ella nunca entendería y algún hijo de puta, quizás un artista loco, quizás su perro, había escrito en el triste cartón el más duro de los poemas.
No tenía mucho dinero, pero se lo di todo. Ella me sonrió con arrugas de oro y boca de caldo de poyo en noches de otoño. Yo la sonreí desde este lado de la vida. Mientras me alejaba no pude evitar llorar, y ahora me arrepiento de no haberla abrazado bastante en vida

La muerte es la garantía de calidad de una vida de buena cepa, la denominación de origen que miran los dioses cuando beben nuestra sangre en sus cenas bárbaras del Olimpo.

El dolor florece en primavera y los escritores contemplan maravillados las flores exóticas que han metido a secar entre las hojas un libro.

El cielo de Madrid tiene aspecto de piscina pública y huele a cloro

Feliz día del Padre, querido maestro, querido sordo, querido sabio. Tú me enseñaste que somos dioses para las hormigas, que los coches son máquinas del tiempo, que la Tierra es plana, que las montañas son titanes dormidos, que se puede leer más de un libro a la vez, que he de aceptar mi soledad como un regalo, que la universidad es el cementerio de la cultura, que el comunismo ha muerto, que tarde o temprano leeré ensayos y filosofía, que estamos aprendiendo hasta el ultimo segundo de nuestra vida, que partimos de la nada y vamos a la nada, pero que hay que disfrutar como un Jasón emborrachándose con sus argonautas, como un Ulises que ya no quiere a quien le espera en casa y la llama Muerte. Estoy orgulloso de ser tu mejor novela. Te quiero Papá.

Un día cualquiera

Habíamos montado en nuestras motos y recorríamos enloquecidos la pampa argentina. Nos detuvimos en un templo, quizás romano, a arañarnos la cara contemplando las estrellas, contándonos poemas y chistes guarros, o poemas guarros.
Casi no dormimos esa noche y, cuando despertamos, los que no estábamos fosilizados, fuimos fusilados por helicópteros rojos que nos seguían desde hacía días.
Había estado todo el día hablando en inglés con desconocidos, recitando a T.S. Elliott, como si vomitara, en las esquinas. En fin, esas cosas que hacemos los que no aceptamos haber fracasado. Anoté los nombres de las calles, dolores, tedio y unos chicos fuertes que remaban en el Támesis: 100% zumo de Oxford.
En el parque los brazos velludos de los obreros excavaban la tierra y palomas borrachas me pedían que las matara.
De madrugada busqué pornografía en la televisión, en los canales locales de semen y superstición, de orinal y camisón, y la poca que encontré, setas en un en un tronco podrido, me dio asco. Mi poya se quedó dormida entre mis manos, como el cadáver de un niño prematuro, de un bebé malformado, retrasado.
Las baldosas del suelo eran de turrón duro,
los canguros habían matado a sus hijos
y cargaban en sus bolsas botellas de orujo.

Año estrenado

A veces, en medio de un bar, en medio de la multitud, no aguanto más y me dejo arrastrar, hasta el fondo. El primer indicio es una sonrisa, el sentimiento de felicidad después una tormenta de zapatos. Cuando despierto la corriente me ha dejado solo en una isla desierta: a un negro leproso lo llamo “Lunes”.

Cojamos una palabra al azar. Cadena, esta misma. Preguntemos ¿De quién?¿Para quién?¿Con qué finalidad?¿Cómo?¿Cuándo?¿Por qué?¿Dónde? . Y escribámoslo. Nunca más nos aburriremos. Luego Dios existe.

Preguntar al menos a dos personas al azar, en plena calle ¿dónde están mis bollitos?

Mi padre me confesó el otro día que cuando cumplí un año le dijo a un amigo que qué cosas, que seguramente yo haría la mili en la Luna. Lo gracioso es que mi padre, en aquella época veía más posible que viviéramos en la Luna que quitaran la mili obligatoria. Oh tempora! Oh Mores!

Ayer he muerto de tanta literatura. Cuando me desperté el dinosaurio estaba allí y mi madre estaba congelada, la glaciación había llegado, no había salvación, todos gilipollas. Lo había hecho, sin darme cuenta había tirado a la basura todos mis valores, había dejado entre las páginas de los libros toda mi empatía. Me había convertido en un snob.

El día de año nuevo me levanté temprano por la mañana, salí de casa, fui a un bar a desayunar. Hasta que me dijeron que no había pinchos porque no había pan no me di cuenta de qué día era, de que no había dormido, de que estaba muy colocado. Después vomité.

Minucias

Definitivamente odio a la gente con ojos de vaca, con ojos de vaca viendo pasar un tren.
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Dentro de las casas que tienen en el balcón un molinillo de viento viven buenas personas que son felices porque se lo merecen
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Poe me recuerda a Papá Noel. Es absurdo, lo sé, pero me imagino a Papá Noel, borracho, con el traje sucio, escribiendo, a la luz de una amarilla vela, el resto del año que no es navidad, cuentos de terror para vengarse de lo putos niños que tanto le hacen trabajar y que nunca se acuerdan de él.
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Unos niños han empezado una revolución sangrienta debajo de mi ventana, en la calle.
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La realidad son esos tres segundos de orgasmo, nada más, el resto son minucias.
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Últimamente he tenido demasiado trabajo, no he leído, no he escrito, no he nada. Necesito un buen baño de literatura, un chapuzón de poesía, algo extraño.
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No puedo acabar de leer 2666, de Bolaño. Me destroza, me desencaja, no me deja dormir. Y encima se que está muerto, que sabía que iba a morir y no le importó seguir con su trabajo de polilla enloquecida hasta el último momento.
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Cuando corrijo mis textos nunca sé qué hacer con esas palabras, esas frases que tengo que cortar. Si las tiro en cualquier sitio mi chica se queja de que encuentra trocitos de uñas en los cojines del salón y se le clavan en el pie cuando anda descalza por casa. Aunque yo le juro que las deposito, con sumo esmero, en la basura.

Pequeñas grandes noticias

SUPRATISLAVA cumple un año de existencia!!!, entren a felicitar a esos bárbaros astrogodos (mirar en mis enlaces)
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Divina propuesta de Divino en su blog “Sois Todos Divinos”(mirar en mis enlaces)

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He estado apunto de acabar con mi blog, una vez acabada la novela, pero no, sigo en mis trece, además sino tendría que empezar otra y aun no quiero, tengo que descansar.

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Esto es todo por hoy. I´m sorry

Asturias

Mis tristanterias se especializan. Se centran. Hoy: Asturias (siento nostalgia)

Todos los asturianos que vivimos fuera de Asturias sentimos nostalgia por un gaitero tocando en lo alto de un acantilado. Lo curioso es que ninguno hemos visto nunca un gaitero en tales circunstancias y, es más, no nos gusta la gaita. Quizás en eso consista el nacionalismo; en idealizar cosas que nunca hemos vivido, en crear nuestra propia mitología y simbología, en decir “yo no soy como vosotros, yo soy verde y húmedo, yo vengo de una raza distinta, una raza de guerreros que beben sidra en verbenas bajo las estrellas”, en un cúmulo de majaderías y de poesía barata que para nada se corresponde con la realidad, pero que nos hace sentirnos especiales, distintos.

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Asturias es:

-Una cajetilla de tabaco desteñida, tirada en una cuneta, cuando volvemos por la mañana a casa, después de una fiesta de pueblo.
-Olor a hierva recién cortada, a hierba quemándose en una hoguera, olor a tierra húmeda, olor a reuma (se puede oler y es muy intenso).
-Farolas y luces multiplicadas hasta el infinito en el reflejo de las calles mojadas
-No ver el horizonte
-Charcos en los que mirarme todas las mañanas y katiuskas con olor a plastidecor.
-El sonido de un cencerro de vaca bajando al oscurecer por el monte, camino de la cuadra
-El sonido de los golpes que los paisanos dan contra la mesa en el bar de pueblo al poner las fichas de dominó o enseñar las cartas
-El calor humano, más humano que lo humano, de una cuadra llena de vacas en invierno, calor de vagina, de vida, de gratitud, donde el tiempo se detiene para que las ancianas puedan contar una y otra vez sus preciosas historias de rapsodas infinitas.
-Bosques como bello púbico en los que no entras sino que penetras, violas con tus pasos.
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Asturias es sin duda una mujer. No una ninfa ni una xana. Asturias es una mujer muy vieja que día tras día mira por la ventana de su pequeña casita como pasan por el camino las personas, los acontecimientos y de vez en cuando recuerda a los hijos que perdió en la guerra, el marido que hace años se murió, a la que le vienen a la memoria, como un cuento no vivido, mientras prepara la cena de cada día, fragmentos de amor en un pajar, de matanzas de cerdo, que intenta recordar como se llamaba tal o cual, aquel de más allá, que hace tiempo se fueron.
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Aunque sea una idiotez me emociono al saber quien fue mi tatarabuelo, mis antepasados, al saber que camino por los sitios que ellos caminaron, que subo la montaña que ellos subieron, que sueño con escapar de esas fuertes raíces de las que intentaron escapar.
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Mi pueblo, visto desde las montañas, de noche, es como una constelación fantástica, llena de pequeñas luces cotidianas. Puedo decir que esto lo he visto. Como puedo decir que seré de los últimos en verlo: los fantasmas poco a poco dejan de ser recuerdos, se están extinguiendo, y son solo fantasmas, nada más.
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Perdóname por no pertenecer a ninguna raza, las razas no existen, perdóname Asturias por huir de ti, por querer evolucionar, perdóname madre por saberme adoptado y dejarte sola en casa, tendiendo la ropa y cuidando a todos tus nietos
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Asturias

un botón en un pantalón vaquero
un vaquero sin pantalones
convertido en jabalí
grito
junto al agujero del viejo roble
tu nombre

Asturias

Mis tristanterias se especializan. Se centran. Hoy: Asturias (siento nostalgia)

Todos los asturianos que vivimos fuera de Asturias sentimos nostalgia por un gaitero tocando en lo alto de un acantilado. Lo curioso es que ninguno hemos visto nunca un gaitero en tales circunstancias y, es más, no nos gusta la gaita. Quizás en eso consista el nacionalismo; en idealizar cosas que nunca hemos vivido, en crear nuestra propia mitología y simbología, en decir “yo no soy como vosotros, yo soy verde y húmedo, yo vengo de una raza distinta, una raza de guerreros que beben sidra en verbenas bajo las estrellas”, en un cúmulo de majaderías y de poesía barata que para nada se corresponde con la realidad, pero que nos hace sentirnos especiales, distintos.

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Asturias es:

-Una cajetilla de tabaco desteñida, tirada en una cuneta, cuando volvemos por la mañana a casa, después de una fiesta de pueblo.
-Olor a hierva recién cortada, a hierba quemándose en una hoguera, olor a tierra húmeda, olor a reuma (se puede oler y es muy intenso).
-Farolas y luces multiplicadas hasta el infinito en el reflejo de las calles mojadas
-No ver el horizonte
-Charcos en los que mirarme todas las mañanas y katiuskas con olor a plastidecor.
-El sonido de un cencerro de vaca bajando al oscurecer por el monte, camino de la cuadra
-El sonido de los golpes que los paisanos dan contra la mesa en el bar de pueblo al poner las fichas de dominó o enseñar las cartas
-El calor humano, más humano que lo humano, de una cuadra llena de vacas en invierno, calor de vagina, de vida, de gratitud, donde el tiempo se detiene para que las ancianas puedan contar una y otra vez sus preciosas historias de rapsodas infinitas.
-Bosques como bello púbico en los que no entras sino que penetras, violas con tus pasos.
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Asturias es sin duda una mujer. No una ninfa ni una xana. Asturias es una mujer muy vieja que día tras día mira por la ventana de su pequeña casita como pasan por el camino las personas, los acontecimientos y de vez en cuando recuerda a los hijos que perdió en la guerra, el marido que hace años se murió, a la que le vienen a la memoria, como un cuento no vivido, mientras prepara la cena de cada día, fragmentos de amor en un pajar, de matanzas de cerdo, que intenta recordar como se llamaba tal o cual, aquel de más allá, que hace tiempo se fueron.
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Aunque sea una idiotez me emociono al saber quien fue mi tatarabuelo, mis antepasados, al saber que camino por los sitios que ellos caminaron, que subo la montaña que ellos subieron, que sueño con escapar de esas fuertes raíces de las que intentaron escapar.
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Mi pueblo, visto desde las montañas, de noche, es como una constelación fantástica, llena de pequeñas luces cotidianas. Puedo decir que esto lo he visto. Como puedo decir que seré de los últimos en verlo: los fantasmas poco a poco dejan de ser recuerdos, se están extinguiendo, y son solo fantasmas, nada más.
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Perdóname por no pertenecer a ninguna raza, las razas no existen, perdóname Asturias por huir de ti, por querer evolucionar, perdóname madre por saberme adoptado y dejarte sola en casa, tendiendo la ropa y cuidando a todos tus nietos
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Asturias

un botón en un pantalón vaquero
un vaquero sin pantalones
convertido en jabalí
grito
junto al agujero del viejo roble
tu nombre

Quiero una sopa, boba y tontorrona, la muy puta

“El alma no desea asientos dorados, quiere el seguir y no cesar”
Tennyson

Yo, por mi parte:

Quiero ser William Beckford; adorar al diablo por mera diversión, obtener la revelación siendo un adolescente en el monte Sálebe, en Ginebra, de que todo es gozo en esta vida, de que el mayor pecado es no disfrutarla, obsesionarme con un niño llamado Kitty para poder escribirle divertidas cartas de amor, ser el ídolo de Lord Byron y dejarlo en la estacada, escribir “Vathek” y que sea mi único y malísimo cuento, precursor de el romanticismo.
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Quiero inaugurar un pueblo, fundar un pueblo desde cero, en medio de Castilla, protegido por una muralla con cañones, o encima de una loma asturiana, un castro de la ostia al que no pueda acercarse ningún salvaje.
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Quiero reírme con San Pedro de los pobres idiotas que solo pueden aspirar al infierno porque olvidaron el lenguaje de los ángeles.
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Quiero descubrir, por casualidad, paseando un día por la calle, dónde coño está la embajada rusa. Quizás así pueda dormir tranquilo.
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No quiero tener la certeza de que perder el hilo del libro que estás leyendo, un nescafé demasiado amargo, unos calcetines en remojo en una palangana rosa, cualquiera de estos elementos, puede desencadenar el desastre.

Paul forever!!!

Dios mío, en la lista de mis libros preferidos, hace tiempo ya posteada, se me olvidó incluir al grandísimo Paul Auster; culpable de que yo empezara a escribir por querer ser como él...no tengo perdón, qué papelón.

Podría ....los versos.. tristes...noche...pero no tengo ganas

Hace mucho que no escribo un poema; creo que me estoy haciendo un hombre muy práctico y cabal.

-¿A ti te gustan rubias o morenas o pelirrojas?
-¡Sí!¡Sí!¡Sí!
-Si
-Si

Me han quitado tres verrugas esta tarde. Qué angustia más irracional. Volver a empezar. Esto no es un poema señores, es una vergüenza, una ofensa a mi mismo, perpetrada por el talibán que tengo en la cabeza. Las berenjenas son los huevos, los poderosos huevos, de Dios. Un tricornio y a repartir hostias. Si meto putos tacos de mierda en el word el muy mongol y acojonado me los censura con una puta rayita roja de los cojones, a ver que propone: si meto lutos tacos de pierda en el word el muy mongo y amojonado me los censura con una pauta rayita roja de los colones (es todo un dadaísta este Bill Gates). ¿Y todo para qué?¿Para esto votamos a ZP? (estoy muy existencialista). Miradas de la 2, un informativo cultural todos los días...anunciado por ¡Lolita!¡Alejandro Sanz!...¡¡¡¡A la mierda!!!!! No tenemos salvación.
La mejor novela de Dostoyevski: “Apuntes del subsuelo”, porque me sale de los cojones, y punto. A matar y a escupir no hay más que empezar. Duele comprender que no somos tan importantes para los demás (se han negado ha construir un templo en mi honor).Ave Tristan, los que vamos a escribir te saludan. Y sigue haciendo calor, 7 putos meses de verano en Madrid. Tengo un metro en mi escritorio...¿qué tenía que medir?(no seáis mal pensados, si ya me la se de memoria; escribo con ella).En serio, hay libros que apetece comérselos.
Por cierto, “ayer estuve cenado con Arlzeimer y me dio recuerdos para ti” (es el titulo definitivo de mi novela que no consigo acabar, y solo me quedan unas 20 páginas, y se qué tengo que escribir, pero me toca los cojones)
LO QUE TENGO QUE HACER PARA PODER DORMIR, PERDONARME, A TOMAR POR EL CULO...¿YA ESTÁS TRANQUIILO, PEQUEÑO TALIBÁN?
P.d. La serie de los 80 y el gay de palo rastafary de TNT se suman definitivamente a mi lista de “gente a matar cuando sea sangriento dictador” junto con la cantante de la Oreja de Vahn Gal, Bebe, Paz Padilla, Woopie Wolperg, Aceves, Melendi y Elton John.

A DORMIR SE HA DICHO¡CALLARSUS!