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MUCHO DADÁ

Muchas bellezas

Es maravilloso que ya nadie se acuerde de uno de tus autores más queridos y admirados y esté prácticamente descatalogado. En mi caso, este autor admirado y del que nadie ya casi se acuerda, es Curzio Malaparte y digo que es maravilloso porque el encontrar sus libros se convierte en algo extraordinario, además, normalmente cuando encuentras un libro suyo, como me pasó a mi hoy por la tarde en la Cuesta de Moyano, cuestan 1 o 2 euros y son primeras ediciones. Me he comprado “picotazos”, una selección de bellísimos artículos de viaje , y “la piel”, que es, junto con “Kaput”, su obra más conocida, podéis comprarla sin demasiada dificultad en cualquier librería, de la que ya tengo 4 ediciones distintas. Espero que nunca se vuelva a poner de moda, espero que el circulo de lectores no reedite toda su obra, soy así de egoísta.

Transcribo el último párrafo de “Picotazos”:

“Para la Santa Pascua del año 1955, yo deseo que todos aquellos que querrían mandarnos al infierno, suban lo más pronto posible al Paraiso”

Si mal no recuerdo Curzio murió de cáncer al año de escribir esto. Me pregunto si subió al cielo, el Paraíso es para los idiotas, o se quedó en el Infierno donde él siempre supo encontrar hasta el ultimo átomo de belleza.

De la que volvía a casa, feliz con mis libros bajo el brazo, en Atocha, me encontré con una anciana vestida de negro, sentada en una silla, en una esquina, con un cartel que decía”ayudenme, soy vieja, soy viuda y mi perro se ha comido todo lo que tengo”. Su cara, su cara, sufría, encogida, pequeña. Y no sabía ni escribir y algún hijo de puta le había tomado el pelo y algún hijo de puta le había escrito el cartel que ella nunca entendería y algún hijo de puta, quizás un artista loco, quizás su perro, había escrito en el triste cartón el más duro de los poemas.
No tenía mucho dinero, pero se lo di todo. Ella me sonrió con arrugas de oro y boca de caldo de poyo en noches de otoño. Yo la sonreí desde este lado de la vida. Mientras me alejaba no pude evitar llorar, y ahora me arrepiento de no haberla abrazado bastante en vida

La muerte es la garantía de calidad de una vida de buena cepa, la denominación de origen que miran los dioses cuando beben nuestra sangre en sus cenas bárbaras del Olimpo.

El dolor florece en primavera y los escritores contemplan maravillados las flores exóticas que han metido a secar entre las hojas un libro.

El cielo de Madrid tiene aspecto de piscina pública y huele a cloro

Feliz día del Padre, querido maestro, querido sordo, querido sabio. Tú me enseñaste que somos dioses para las hormigas, que los coches son máquinas del tiempo, que la Tierra es plana, que las montañas son titanes dormidos, que se puede leer más de un libro a la vez, que he de aceptar mi soledad como un regalo, que la universidad es el cementerio de la cultura, que el comunismo ha muerto, que tarde o temprano leeré ensayos y filosofía, que estamos aprendiendo hasta el ultimo segundo de nuestra vida, que partimos de la nada y vamos a la nada, pero que hay que disfrutar como un Jasón emborrachándose con sus argonautas, como un Ulises que ya no quiere a quien le espera en casa y la llama Muerte. Estoy orgulloso de ser tu mejor novela. Te quiero Papá.

3 comentarios

Tristán Fagot -

Muchas gracias :-)
Un fuerte abrazo desde el fondo de todos los abismos

lapiedraenlarayuela -

kerido tristan, espero que tras esa máscara de tristeza, tenga usted agazapada a la más bella y huidiza de las sonrisas.

me gustan sus textos, amigo mio... me sumergen y luego me mastican y me tragan, asi como lo oye, todo en proceso alimenticio, ni más ni menos.

y con los huesos componen melodías polirítmicas.
si quiere un dia le deleito con una.

estefania -

callénse, estúpidos
que me emocionan!