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MUCHO DADÁ

I don´t care it´s monday...

El lunes conocí aun tipo que vomitaba en cuanto un rayo de sol le daba en la cara. El martes a otro que creía tener pistola en lugar de pene, penas en vez de vida, y echaba tristeza, cuando quería echar azúcar, al café
Incluso el miércoles, por la mañana, que salí de casa cuando no tenía que salir, a esa hora en la que nunca antes había salido, a esa hora en la que tendría que haber vuelto, vi todo lo que el amanecer me había ocultado: gente llorando por las calles, gente con pelotas de golf en lugar de ojos, estatuas de sal, hogueras en mitad de la calle con gitanos cantando sortilegios, el cielo azul como el mar chocando con grandes edificios como acantilados, pájaros histéricos, locos perdidos, insultándome, persiguiéndome, guardias de tráfico señalándome con el dedo y riéndose como quien ha perdido el miedo a la muerte o se sabe inmortal. Mujeres obscenas con bocas de labios hinchados, bocas de golfa siempre a punto de soltar un mal poema, uno de esos poemas que tendrían que adornar los escaparates de las pastelerías de barrio, expuestos junto a los más asesinos de los alimentos, los más despreciativos, los más absurdos y provocativos coños de africana hambrienta.
El jueves escuché a mi vecino hablando al revés, hablando para mí, explicándome que el orden de los factores no altera el producto porque todas las palabras se mueren al contacto con el aire.
El viernes llegué a pensar que todo esto acabaría y estuve repasando mi colección de años atravesados por un alfiler que guardo en libretas como las más exóticas de las mariposas.
El sábado creo que fui otra persona y mi novia no se dio cuenta, y mis amigos no se dieron cuanta, y mi madre no se dio cuenta, y nadie me escuchó pidiendo auxilio, desesperado, desde el fondo de mi mismo, detrás de la jaula de mis ojos y mis sonrisas.
El domingo le regalé a un vagabundo “la nausea” para que la leyera y me acosté pensando en invadir Polonia al día siguiente, imaginando un estadio de fútbol lleno de mujeres desnudas, algo orgánico.

2 comentarios

Marian -

Mi vecino también habla al revés... Grita mucho pero no lo entiendo. Sólo oí que le decía a ella: ere una perrrra caliente...
Pero ella nunca dice nada. Me pregunto si será él mismo que se pone chanclas de mujer, como en aquella película de Hitchcock...

odyseo -

Semana movidita!!!!!