Bunker King
Me escondí debajo de mi cama
junto al monstruo de mi infancia
durante tres años y medio.
Me atrincheré, me hice fuerte
y a todos mis temores
les escupí en la cara con desprecio.
Robé provisiones de la despensa de mi madre
me armé hasta los dientes con la mejor literatura
y rechacé, uno a uno, todos mis granos adolescentes.
Durante este tiempo murió mi querido padre
y yo no pude velarlo
mi gato se comió a mi hamster
y yo me comí a mi gato.
Únicamente, de vez en cuando,
asomaba, tímidamente, la cabeza
pero en seguida me escondía
por miedo a un alud de libros no leídos.
Me olvidé de cómo se habla
de cómo se escribe
y mi leguaje se convirtió
en lenguaje de los muertos.
Me visitaron la Virgen y los arcángeles
para convencerme de lo estúpido de mi empeño
lo patético de mi sacrificio
para decirme lo malos que eran mis poemas y mis cuentos.
Ahora me ha caído el pelo
y tengo la cara sonrosada como un bebé
no hay almohada a la que no aburra
y veo grietas, desconchones, arreglos de cemento
en el cielo azul por la mañana.
junto al monstruo de mi infancia
durante tres años y medio.
Me atrincheré, me hice fuerte
y a todos mis temores
les escupí en la cara con desprecio.
Robé provisiones de la despensa de mi madre
me armé hasta los dientes con la mejor literatura
y rechacé, uno a uno, todos mis granos adolescentes.
Durante este tiempo murió mi querido padre
y yo no pude velarlo
mi gato se comió a mi hamster
y yo me comí a mi gato.
Únicamente, de vez en cuando,
asomaba, tímidamente, la cabeza
pero en seguida me escondía
por miedo a un alud de libros no leídos.
Me olvidé de cómo se habla
de cómo se escribe
y mi leguaje se convirtió
en lenguaje de los muertos.
Me visitaron la Virgen y los arcángeles
para convencerme de lo estúpido de mi empeño
lo patético de mi sacrificio
para decirme lo malos que eran mis poemas y mis cuentos.
Ahora me ha caído el pelo
y tengo la cara sonrosada como un bebé
no hay almohada a la que no aburra
y veo grietas, desconchones, arreglos de cemento
en el cielo azul por la mañana.
0 comentarios