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MUCHO DADÁ

Palabra de Caronte

Intentando hacer un poema dadaísta, pero no, porque no tengo nada de dadaísta y pienso más de lo común en el amor, y me dan miedo los sudamericanos desesperados, y jamás podría escribir un buen chiste, ni resumir una novela en cinco líneas sin sentir que estoy violando a alguien. Cuando estoy solo de madrugada en salón, lo veo agazapado, enfadado en las esquinas, y de vez en cuando me susurra “tú no estas vivo”, “tú no estas vivo”.No sé reírme de nada, no sé ni esbozar una sonrisa que no sea falsa y escribo poesía porque me parece más rápida, comida basura para niños gordos, obesos de tristeza, satisfechos del sabor dulce de sus lágrimas.
Puedo ver una tienda de campaña en las desérticas montañas, un vigilante sentado en una roca, el fusil a su lado, fumando un cigarrillo de liar y pensando en Dios y en que quizás mañana no esté vivo para fumarse otro, y sentir el frío, la brisa cortante en sus mejillas, sus parpados cansados. Y dentro de la tienda Bin Laden durmiendo en un jubón en el suelo, su respiración tranquila, una baba cayéndole por la barba, nada en él me hace sospechar que sea el diablo. No sueña con los muertos. Alguien está muriendo ahora mismo y ninguna frase memorable sale de sus labios, nadie dice el horror. El olor de la muerte, el olor de los velatorios, como a azúcar requemado, como ropa vieja en un armario, y sin embargo se querían. Alguien morirá en un accidente de coche y conduce confiado, escuchando la Cope, mira el paisaje de Castilla a su alrededor, y ve las estrellas en el horizonte y se caga en ellas por hacerle sentirse tan insignificante y ve la luna allá arriba, nido de golondrinas, y siente ganas de comérsela untada en pan y ve los arcenes con hierbas congeladas, abre un poco las ventanillas para que entre el viento que huele a romero y a estiércol, y en dos kilometros se saldrá de la carretera y se irá a reunir con la víctimas famosas, las de otras guerras, las de las torres gemelas, las de muertes trapecistas televisadas en rigurosos directo desde el gran circo, no habrá ejércitos furiosos por su muerte.. Enciende un cigarrillo cuando el soldado lo apaga cuando un anciano dice a su nieta que la quiere, cuando el mundo explota en mil pedazos y yo estoy aquí escribiendo profecías, intentando no morir nunca, vivir en mis ultimas palabras.
Demasiada muerte para esta noche de resaca, para mi solo, y sin embargo pienso en una vejiga pinchada, en cuando mi amigo Pedro me tiro una piedra en la cabeza y salieron chorros de sangre, en aquel niño que se tiró al mar desde al acantilado, sin darse cuenta de la afilada roca que había debajo del agua, y se sumergió como se sumergen los atletas en la oscuridad, creo que era alemán, acaso sea de los pocos que lo recuerdan, en aquellas bragas rojas que había en el portal de mi casa. Cuestión de fe, cuestión de fe creer que late mi corazón, creer que tengo tripas, tanta fe como en el alma, creer en lo que nunca has visto con tus ojos, porque os cadáveres nunca tienen órganos, no tienen anatomía, son como peluches rotos rellenos de carne y sangre en vez de espuma, peluches del hijo del carnicero que se ha vuelto loco.
Caronte podría ser el mejor novelista si el muy hijo de puta supiera escribir
Caronte tiene que ser un tío muy rico, el hombre con más pasta del universo
Caronte es Bill Gates
Caronte es el dueño de Coca Cola, Nike y Macdonalds
Caronte se enriquece con nuestra muerte, Caronte
Caronte es un avaro enorme
Caronte se preocupa más por un perro de mierda que por nosotros
Caronte tiene infinitas plantaciones de algodón en las que trabajan niños de sol a sol, esos niños negros de grandes cabezas y grandes tripas llenas de aire y dolor
Caronte soy yo.
Todo menos la música, que no me la toquen, las malas personas no pueden sentir la música, Nietzche la despreciaba y yo lo desprecio a él por dejarnos abandonados cuando aun éramos bebés, la música toma la palabra cuando se la deja, cuando no la obligamos a tartamudear. Música cuando me sumergí en aquel río cristalino y vi un salmón que me dio miedo, cuando deseé dejarme arrastrar hasta desbocar en el mar, música cuando le dije a esa chica que no, música el día de mi funeral, por favor.
Corren mis dedos enloquecidos, muertos de miedo, perseguidos por policías en unas calles de Chile, lloran mis dedos, son fusilados mis dedos por decirle a un dictador bananero que tenía mal gusto para las corbatas, son mis dedos guillotinados por el populacho, linchados por descerebrados vestidos de procesión de semana santa, mis dedos escarban la tierra en busca de raíces que comer en una llanura de Alaska, mi tío tenía cuatro dedos en cada mano porque habían cortado los pulgares en la cárcel cuando estuvo preso por Franco y a mi siempre me recordó a un dibujo animado.
Grandes fábricas han destruido el pequeño pueblo donde nací, los titanes han despertado y todas las montañas se levantan, se ríen de los nombre que les hemos puesto, aprovechan que ahora ya no hay dioses para conquistar el Mundo de una vez por todas, el comandante Aneto, el más grande de los ejércitos peninsulares, espera ordenes del frente Himalaya y se entretiene quemando humanos con un mechero, los topógrafos se frotan las manos y los meteorólogos se vuelven locos, es el fin de nuestra especie y las cadenas de televisión lo retransmiten 24 horas, los partidos políticos discuten sobre quién ha de morir antes, Bush construye un supercohete a marchas forzadas para irse a Marte, los blancos asesinan a los negros, los negros a los moros, los moros a los blancos, los chinos fabrican juguetes para una navidad que ya nunca llegará. Los escritores esperan sobrevivir para poder contarlo, para escribir tormentas de acero y viajes al final de la noche, yo, un humano, siempre a sus órdenes.
Joder, resulta duro saber que no todo el que muere no quiere morir, que no todo el que se suicida quiere hacerlo, que no están locos los funambulistas, que hay un cadáver congelado en una gruta del K2, que a veces nacen niños y no tienen culpa ni pecados, que las estadísticas mienten y de cada 100 personas que mueren en accidente de tráfico 30 se han suicidado, han torcido el volante y se han ido por la carretera secundaria, camino del viejo cementerio, camino de estas páginas.

6 comentarios

odyseo -

Disfruta estos carnavales!!!

maga -

¡Eh! Felicidades!!! Siempre llego tarde a todo...

odyseo -

Felicidades, en primer lugar, amigo Tristán Cumpleañero.
Te ha salido un texto realmente impresionante: entre delirante, subrrealista, hiperrrealista, sensible, descastado, obsceno en su verdad, sentimental en su trasfondo...
Te estás superando.
Un abrazo

Tristán Fagot -

Gracias :-) Es sorprendente tu memoria

Besos

ange sans ailes -

me acabas de pegar una patada justo en la boca del estómago con este texto. Las náuseas y la ansiedad no me van a dejar dormir.

Bonito regalo de cumpleaños, claro que el cumpleaños es tuyo (a veces mi memoria me sorprende). Felicidades :)

Besos

Maga -

Uffff, ¡guauuu! Me quedé sin palabras para poder explicar todo lo que he sentido al leer el texto. Quizás vuelva un poco más tarde... Besos sorprendidos y crudos.