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MUCHO DADÁ

Sauce perdido.

Tengo cara de pez ahogándose. Mis pulmones son dos grandes truchas en un río contaminado. Me inunda la certeza de que nada puede ser perfecto, nada puede ser puro, nada merece mi confianza. Malaparte ladraba por las noches a la luna llena y yo muerdo todo lo que encuentro. Estoy lleno de mi, de me, conmigo, pero sin ti. ¿Cómo puede uno cansarse de si mismo si nunca ha sido otro? ¿Por qué este echar de menos algo que no conozco? Tengo rastros del paraíso en mis uñas, de agarrarme al suelo cuando los ángeles me arrastraban. En determinados momentos siento la rueda kármica, escucho a lo lejos sus goznes girando a ritmo demencial, y me digo que esta vida no me satisface, que este cuerpo me queda estrecho, que hubiera preferido ser lechuga, árbol resinoso, gato en su metro cuadrado, cazador hambriento acechando al antílope, esquimal durmiendo con seis mujeres. Me ahoga la razón con sus hilos infinitos de los que intento despegarme antes de que venga la araña filosófica a chuparme la sangre.
Pero al final todo pasa por dentro arrastrando sustratos y dejando nuevas piedras, matando mi querida fauna, el ciclo de la vida sigue su curso sin prestarme atención sin ver al sauce llorón de pelo lacio empapado de lágrimas y tristezas que espera en la orilla a que llegue la primavera de la que también se quejará.

3 comentarios

odyseo -

Sí conoces otra cosa distinta de ti que son los demás y en cada uno de ellos verás cosas que te gustaría ser.... pero eso es imposible....

Marcel·lí -

La araña filosófica es una tramposa horrorosa...

ange sans ailes -

Uno se cansa de ser uno mismo porque en realidad nunca lo es. Siempre somos otros, somo infinito, y eso cansa. Si eres lechuga eres sólo lechuga. Pero si eres persona eres además lechuga, gato, esquimal, y lo que te propongas.