Blogia
MUCHO DADÁ

Noche que no duermo

Recuerdo que de pequeño metí la cabeza entre las rejas de la cuna y me quedé atrapado.
Recuerdo una bola negra, enorme, de plástico, a la que llamé saturno, en la despensa y de la que solo yo me acuerdo.
Una mujer ciega pedía a gritos un milagro y yo le guiñé un ojo
Una serpiente aplastada en medio de la carretera con una chapa de cocacola como hebilla
Recuerdo el miedo de ir a la cama, el miedo en la cama, el miedo al miedo, el miedo a que alguien estuviera metido en el armario, rascando el colchón debajo de mi cama.
Una libreta con poemas malditos de espinillas y billares
Una montaña de clinex sucios
Una mancha de humedad con forma de Jesucristo en la pared
Miradas lascivas e inquietas, como pulgas llenas de sangre, en las duchas del instituto
Recuerdo que mi vecino se ahorcó de un árbol una noche y yo escuché gritar de dolor a su esposa y a los perros ladrando al espíritu desorientado y mi miedo otra vez y el viento susurrando sortilegios y maleficios y yo diciendo que nunca y los árboles llorando resina y el prado crujiendo, ensalivando la tierra ante el festín que se acercaba, y Dios estaba ausente, escondido en el confesionario de la vieja iglesia de cera y adulterios.
Muchos botones en la caja de costura
Supernovas y piel de gallina llamando a pellotito, a Don Juan y a las tetas que empezaban a crecer en el huerto de la cómoda.
Hablar y reír con Jasón y sus argonautas en un parque mientras fumábamos nuestros primeros cigarrillos y pensábamos que nunca llegaría la vida. Que Poseidón nos quería.

1 comentario

ange sans ailes -

Y la vida ya hacía rato que había llegado y había empezado a irse al mismo tiempo.

Todo es bastante obsesivo.