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MUCHO DADÁ

Encuentro con un ser humano

Él me miró de arriba abajo, haciendo un intento por ver en mi algo que le fuera familiar, pero desde luego no encontró nada.
Miró detenidamente mi sombrero de paja y mi bastón. No, no me reconocía.
-Creo que no te conozco, te estás equivocando
-¡¡Pero hombre!! ¡¡Qué mala memoria tienes!!
-Tengo muy buena memoria
-Hace muchos años que no nos vemos, pero fuimos muy amigos
-Lo dudo-dijo malhumorado, convencido de que le estaba tomando el pelo
-A ver... ¿no recuerdas las tardes que pasamos juntos comentando la novela que estabas escribiendo? Que, por cierto, no se si llegaste a acabar...
-No, nunca la acabé, el trabajó me quitó todo el tiempo, al fin y al cabo eran solo sueños-dijo mirándome de un modo extraño, con los ojos entrecerrados, haciendo un terrible esfuerzo por acodarse de mi
-Pues es una pena, porque era absolutamente genial, tenía mucho corazón
-Si, pero bueno...la vida es así
-¿Y poesía sigues escribiendo? Recuerdo un poema en especial que decía “en la quietud de la profunda noche me acuerdo de ti al mirar la luna...”. Ese era soberbio, una maravilla
-¡Cómo puede ser que no me acuerde de ti!¡Tu pareces conocerme muy bien!¡Mis poemas no se los he enseñado a muchas personas!
-¡Si ya te lo estoy diciendo! ¡Tienes muy mala memoria, hombre! ¡Pasamos muchas tardes tomando cervezas y hablando de literatura! Por cierto... ¿Qué fue de aquella chiquilla tan bonita con la que solías salir y la que le dedicabas tus poemas? Esta... ¿Cómo se llamaba?
-María. Se fue con otro que era menos poeta que yo y tenía más dinero-dijo, ya mirándome como si me conociera
-Qué lastima hombre, en fin supongo que habrás encontrado otra mejor...
-Si, me casé hace dos años
-Enhorabuena... ¿Y me dices que ya no escribes nada?
-No, ya no escribo, me parecía una perdida de tiempo, cosas de adolescentes
-¡Pero si eras buenísimo! ¡Una de las personas con más talento que conozco!
-Ya, pero...no-Sonrió, sintiéndose muy alagado y, por fin, reconociéndome del todo
-Pues nada, te tengo que dejar, a ver si te llamo un día de estos y quedamos
-Venga, a ver si es verdad, que siempre dices lo mismo y luego nada

Nos abrazamos fraternalmente, con golpecitos en la espalada y todo, y después nos fuimos cada uno por un lado. Vi que se iba sonriente, resplandeciente, convencido de conocerme...
Me sentí bien, buena persona, había hecho mi buena acción del día. Gracias a Dios no me había preguntado su nombre, aunque seguramente se llamaría Pepe o Jose o Manuel.

1 comentario

Juan -

Muy hermoso.